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Bienvenida

Es ya una tradición que todos los inicios de curso comienzan en el blog con la única entrada personal del año a modo de bienvenida a mis nuevos alumnos y de reencuentro con los antiguos.
Según mi estado de ánimo así es esa entrada, y si hicierais un repaso por todas ellas encontraríais un poco de todo.
Como soy de espíritu crítico tirando a quejica, he pensado "cambiar el chip" y aprovechar para contar las razones por las cuales me gusta -y mucho- mi trabajo. Ahí van:

-La cara de los pequeños de primero cuando me ven entrar por la puerta y me estudian decidiendo si seré un ogro y me los comeré si se descuidan.
-El alivio cuando comprenden que no como carne humana.
-Esos días en que das una clase redonda en la que la energía fluye y sientes, aunque sólo sea por un segundo, que algunos alumnos quizá hayan aprendido algo.
-Cuando suena el timbre y algún cándido dice ¿Yaaaa?
-Los alumnos que aprueban tu asignatura un año y siguen viniendo de oyentes. Dos años más.
-Esa alumna que te envía recuerdos desde Ibiza y a la que sabes que inspiraste para que estudiara Filología.
-Cuando un alumno encuentra "el libro" ése que le descubre el mundo de la lectura y te hace partícipe de su entusiasmo.
-Cuando esa clase que es tu ojito derecho -y lo sabe- te deja una nota en la mesa diciéndote que eres la más guapa... y que les dejes salir un rato al patio.
-Cuando te encuentras con un alumno al que apenas reconoces y te saluda con cariño, como quien se reencuentra con un viejo amigo.
-El olor de los libros nuevos, de las libretas.
-Los lápices con gomita recién afilados.
-Esas palabras bonitas que te dedican tus alumnos en un teatro para agradecerte que hagas tu trabajo con cariño.
-Roma, Praga... de nuevo por primera vez desde los ojos de un alumno.
-Cuando una madre te agradece tu dedicación a su hijo, a ese que suspendiste tres años seguidos y consiguió titular en diversificación, también contigo. Y te pide una foto con él de recuerdo.
-Cuando estás triste y un alumno te ofrece una pastilla para el dolor de cabeza.
-Relacionar el amor cortés con los mensajes de "wasap" y otras ejemplificaciones imposibles.
-Conectar con la adolescente que fui y nunca abandoné del todo.

Podría hacer una lista larga, pero creo que os hacéis una idea. No son grandes cosas, no me van a dar ningún premio Nobel por ello, ni pasaré a la posteridad. No me hace falta. Estoy donde quería estar, con vosotros.

Bienvenidos a todos y buena suerte.