Los profesores de lengua acostumbramos a entablar debates en los departamentos acerca de todo lo que tiene que ver con el fomento de la lectura. ¿Clásicos o juveniles? ¿obligados o recomendados? Y una de las cuestiones que más nos suele preocupar es cómo evaluar esas lecturas.
Mi forma de ver la lectura es que debemos intentar que los alumnos escojan lo que quieren leer, aunque esto nos plantee serios problemas para comprobar que de verdad han leído los libros. Es mucho más fácil evaluar la realización y comprensión de un título que de 30 distintos. Personalmente, huyo de los típicos trabajos, resúmenes y reseñas extensas. Mi solución ideal es facilitar una lista inmensa con lecturas recomendadas y observar cómo los alumnos van avanzando. Esto solo me permito hacerlo en los primeros cursos de la ESO. A partir de tercero llegan los clásicos y ahí empiezan los dilemas.
Pocos alumnos se acercarían al Lazarillo o a la Celestina motu proprio. Es verdad que puedes intentar vendérselo y puede picarles la curiosidad y empezar a leerlo, pero se suelen encontrar con un pequeño problemilla y es que el lenguaje les echa para atrás. No están acostumbrados (y eso que hablo de versiones adaptadas) por lo que si quiero que se acerquen a la literatura clásica suelo tener que obligarlos a leer. A partir de cuarto de ESO, además, nuestra materia pierde una hora semanal y es inviable reservar una sesión para leer juntos, por lo que sí o sí me veo en la obligación de comprobar que la lectura se ha realizado. (Aquí hago un inciso para hacer notar que lo primero que tenemos que diferenciar es si quiero comprobar que se ha realizado la lectura o si quiero ir más allá y ver si se ha comprendido, son cosas muy diferentes y en función de eso tendré que preparar la evaluación).
En Bachillerato, especialmente en la materia de Literatura universal, no me funciona lo de que cada uno lea lo que quiera. A veces ofrezco opciones entre un título u otro, pero me gusta comentar las lecturas con ellos, hacer tertulia; la única manera es que se trate de una lectura compartida. Este curso he utilizado varios métodos: el típico test con preguntas de comprobación y comprensión; darles un fragmento del libro y que me digan qué ocurrió antes y después. Sin embargo, en el último trimestre les propuse dos tareas que me han dado muy buenos resultados, vamos a ellas.
Memes literarios.
Les propuse a mis alumnos (tercero de ESO y Literatura Universal) que realizasen varios memes de las lecturas que habíamos visto en clase. Os podéis imaginar que fue una actividad divertida, pero es que, además, me permitió comprobar en muchos casos que los alumnos habían comprendido la obra. Un ejemplo:
Habíamos leído Sueño de una noche de verano en clase, por lo que el meme me sirve para comprobar que además de haberse leído, se comprendió perfectamente (al menos esa parte de la obra). Lo mismo con el siguiente de una alumna de tercero de ESO:
Desde mi punto de vista, este meme refleja que la alumna ha captado a la perfección las sutilezas del personaje de Lázaro, algo que a veces les cuesta porque requiere de una interpretación más allá de la lectura superficial.Y dejando los memes, os explico otra manera de evaluar las lecturas, los
Universos literarios.
Y el enlace a algunas de las composiciones de mis alumnos:
Otro de Un mundo feliz
Portada de Diez negritos
Portada de la Metamorfosis
Espero que la actividad os haya gustado, si queréis, podéis dejar vuestros comentarios.
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