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Hasta la peineta.

Estoy harta de los cambios normativos, creo que como casi todos los docentes, y aunque a veces me dan ganas de tirar la toalla, sigo intentando mejorar mi práctica por el bien de mi alumnado, que es, al final, de lo que se trata.

Me vais a perdonar los LOMLOISTAS, pero me parece una locura que la ley me pida hacer 23 rúbricas por alumno para hallar el desempeño de sus competencias específicas. En lengua eso supone unas 2300 rúbricas. A los compañeros de EF, francés etc. les doy desde aquí mis condolencias.

No soy una burócrata, soy docente y si me conoces, presencial o digitalmente, sabes que no soy de las que sale del centro con las manos en los bolsillos. Puedo cometer muchísimos fallos, pero a curranta nadie me va a dar lecciones.

Llevo un mes desentrañando los entresijos de la ley. Que no esté de acuerdo con ella no es por no haberla leído, leída estaba en junio; ahora tiene doble subrayado, anotaciones y resumen en una libreta.

Podéis echar un vistazo por mi blog, por las actividades que comparto en twitter. Trabajo proyectos, aula invertida y clases magistrales. Me gusta la tiza tanto como el ordenador. Ah, y los exámenes me parecen un instrumento más que adecuado para evaluar y calificar, como otros muchos. Todas las herramientas son bienvenidas a mi aula porque me ayudarán a solventar más averías cuando se presenten; si solo tengo destornilladores tan solo podré aflojar o apretar tornillos. Ojalá todas las averías fueran así de sencillas. 

En los últimos días he compartido algunas ideas sobre cómo evaluar, básicamente porque hay gente -mucha- que me lo ha pedido. Lo he hecho por telegram y por twitter, en privados, en círculos y en abierto. Es MI manera de llevar la ley a MI práctica docente y evidentemente no pasa por hacer 2300 rúbricas, ya lo siento.

Creo que no he atacado a nadie cuando he disentido de lo que otros compañeros compartían o subían. La mayoría de las veces cuando he visto algo con lo que no estaba de acuerdo -plantillas imposibles de llevar a cabo por tediosas e interminables, por ejemplo- me he callado. Especialmente cuando más o menos conozco a esa persona de las redes y sé que, como yo, está intentando abrirse paso en este desorden legislativo que nos han regalado y hacer su trabajo lo mejor posible. Sin embargo, yo siento que si no tragas con todo lo que dice la ley y buscas hacer algo más concreto te espetan eso de “más de lo mismo” “hacer lo de siempre” con un deje de superioridad moral. Y por ahí ya no paso. Soy una profesora comprometida con su trabajo y sus alumnos, ADORO dar clase en cualquier nivel, me ENCANTA mi trabajo.  Todos sabemos que hay profesores pésimos, algunos los hemos sufrido como compañeros, como alumnos o, aún peor, como padres. Profesores que salen y entran con las manos en los bolsillos y no se han leído un decreto en su vida. Profesores que te miran con suficiencia y te dicen, ellos sí, que seguirán evaluando instrumentos (el examen y redondeamos con la libreta). Apuntad hacia ahí, que tenemos muchos ejemplos. No me miréis a mí por encima del hombro porque pondere unas competencias por encima de otras. O porque considere que toda la gramática de un año no debe suponer un 13% y le asigne un 20%. Id al compañero de claustro que califica con un examen al trimestre y sube medio punto si la libreta está bonita.

Cuando bordeo la línea lo hago a conciencia pensando en lo que es mejor para mi alumnado y, por supuesto, en mi supervivencia. ¿No te gusta mi opción? No la tomes. Yo no te voy a decir nada si rellenas 2300 rúbricas. O al menos, no te voy a mirar por encima del hombro porque sé que estás trabajando por tus alumnos, igual que yo por los míos. Miremos juntos hacia el que no trabaja, a ver si se avergüenza y empieza a hacerlo.

Una reflexión final: si tantos profesores de los que nos preocupamos por cumplir la ley estamos desde hace un mes como pollos sin cabeza, sin ponernos de acuerdo y con tantas diferencias entre lo que creemos que se nos pide… ¿No será que la ley muy bien no está explicada?