Baudelaire es uno de los autores más críticos con la sociedad de su época. El ritmo vertiginoso de un París cambiante y cosmopolita hacía que nuestro poeta se refugiara en su interior resguardándose del "Bullicio", de la masa social que lo rodeaba. De este modo, Baudelaire atacaba la frivolidad y superficialidad de lo efímero, el utilitarismo que impregnaba a esa burguesía que tanto llegó a despreciar. En nuestros días, el capitalismo rige nuestras conductas, lo efímero se ha hecho dueño de lo trascendental y el pragmatismo es la principal máxima de una sociedad tan superficial y hedonista como aquella que Baudelaire criticaba. Concursos televisivos, famosos de tres al cuarto, trending topics momentáneos son el resultado. Nuestro poeta se sentía al margen de la sociedad burguesa y hermanado en cambio con los desarrapados, que se convierten en centro de sus poemas; prostitutas, viejos, personajes sin alma y seres demoníacos pasean por sus páginas como un pasaje de los horrores. Y es que una sociedad tan pragmática tiende a señalar y marginar lo diferente, lo extraño. Todas las discriminaciones (sexismo, homofobia, racismo) empiezan por clasificar y ordenar la realidad entre lo "normal" y lo que no lo es y desgraciadamente, esta actitud sigue presente en nuestros días.
Vemos entonces como la literatura no surge de manera aislada, sino que podemos tender puentes entre ésta y pintura, fotografía, etc.
En este enlace tenéis una definición escueta y clarísima de lo que es el Decadentismo y un ejemplo de muchas pinturas decadentes con una brevísima descripción. Muy útil.
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