Baudelaire es uno de los autores más críticos con la sociedad de su época. El ritmo vertiginoso de un París cambiante y cosmopolita hacía que nuestro poeta se refugiara en su interior resguardándose del "Bullicio", de la masa social que lo rodeaba. De este modo, Baudelaire atacaba la frivolidad y superficialidad de lo efímero, el utilitarismo que impregnaba a esa burguesía que tanto llegó a despreciar. En nuestros días, el capitalismo rige nuestras conductas, lo efímero se ha hecho dueño de lo trascendental y el pragmatismo es la principal máxima de una sociedad tan superficial y hedonista como aquella que Baudelaire criticaba. Concursos televisivos, famosos de tres al cuarto, trending topics momentáneos son el resultado. Nuestro poeta se sentía al margen de la sociedad burguesa y hermanado en cambio con los desarrapados, que se convierten en centro de sus poemas; prostitutas, viejos, personajes sin alma y seres demoníacos pasean por sus páginas como un pasaje de los horrores. Y es que una sociedad tan pragmática tiende a señalar y marginar lo diferente, lo extraño. Todas las discriminaciones (sexismo, homofobia, racismo) empiezan por clasificar y ordenar la realidad entre lo "normal" y lo que no lo es y desgraciadamente, esta actitud sigue presente en nuestros días.
Pero Baudelaire no sólo dedicó sus esfuerzos a evidenciar las faltas de la sociedad que lo rodeaba, sino que puso de manifiesto el goce espiritual que el arte podía proporcionar al ser humano. Así, en su búsqueda insaciable de la belleza (y no precisamente idealizada) sus primeras publicaciones se centraron en la crítica artística no sólo literaria sino también pictórica. A través de los estudios críticos podemos ver resumidas la teoría artística que el propio poeta ponía en práctica en sus composiciones. Si a Delacroix lo definía como un pintor que sacrificaba el detalle en pos de la visión de conjunto al contrario que un escritor como Victor Hugo, lo mismo podríamos decir de su poesía. Baudelaire, como Delacroix, como otros muchos pintores posteriores (impresionistas, modernistas, decadentistas) se preocupaba por pintar el paisaje humano del París de la época a grandes trazos, obviando los detalles (A una transeúnte) con tal de conseguir un retrato global. Esto se relaciona también con la aparición de la técnica fotográfica que a partir de 1851 se había renovado y mejorado considerablemente consiguiendo negativos mucho más nítidos. La pintura debía entonces plantearse la necesidad de ofrecer algo más al espectador, su misión no será solamente la de retratar fielmente la realidad, pues mejor que una fotografía no podría hacerlo. El Decadentismo es común además no sólo en cuanto a técnicas y formas, sino también en lo referente a los temas (exotismo, erotismo, homosexualidad, seres marginados, mujer fatal...)
Vemos entonces como la literatura no surge de manera aislada, sino que podemos tender puentes entre ésta y pintura, fotografía, etc.
En este enlace tenéis una definición escueta y clarísima de lo que es el Decadentismo y un ejemplo de muchas pinturas decadentes con una brevísima descripción. Muy útil.
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